Gran espiritu,
cuya voz barrunto en los vientos,
cuyo aliento da vida al mundo entero,
¡ESCUCHAME!
Me presento ante tu rostro
como uno de tus muchos hijos.
necesito tu fuerza y tu sabiduria...
Hasme sabio para poder reconocer las cosas que tu has enseñado a mi pueblo,
las enseñanzas que tu en cada hoja y en
cada roca has escondido.
deseo tu fuerza,
no para elevarme sobre mis hermanos
si no para poder luchar contra mi mayor enemigo:
YO MISMO.
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